Carcel-de-Vilvoorde-Tuchthuis
Se impuso en Vilvoorde en 1779, durante el reinado de los Países Bajos austríacos.
Es una construcción geométrica y poco estética: un ancho edificio paralelepipédico divido en varias secciones.
Unos 12.000 vagabundos, borrachos, prostitutas, es decir, todos aquellos que la sociedad de la época considera como perjudiciales, llegan a amontonarse en sus cuatro plantas.
El interior de la prisión es primitivo, el trato también.
Las celdas abovedadas cuentan con unas finas aspilleras como única fuente de luz.
Una perpetua penumbra reina en los pasillos que conducen a las numerosas salas de trabajo.
Posteriormente, las mujeres, los hombres y los niños serán separados.
Bienestar relativo...
Todos purgan largas penas.
La reeducación pasa por el trabajo duro, los trabajos forzados son cotidianos.
Los prisioneros transforman el cáñamo, la lana, el algodón, que son vendidos como productos artesanales.
En el siglo XIX y durante un breve periodo, el edificio sirve como hospital militar antes de retomar sus funciones originarias.
En 1914, la armada lo transforma en cuartel antes de volver a utilizarlo, una vez más, como centro de retención.
Al igual que el ocupante alemán durante la Segunda Guerra Mundial.
Hasta 1977 será propiedad de la autoridad marcial que lo utilizará como almacén antes de abandonarlo.
En 1981, la ciudad lo recupera, pero habrá que esperar hasta 2006 para que las celdas sean declaradas monumentee histórico.
La rehabilitación puede empezar.
Pronto, los turistas podrán estremecerse al leer las pintadas que reflejan el negror cotidiano de los presidiarios des correccional...
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